Creo en las hadas


 
¡ Ah ! ¡ Las hadas !, tan tiernas y graciosas,
que de niños veíamos a todas horas.
Entonces deseábamos poderlas tocar
y también lo imposible : junto a ellas volar.


Pero los años han pasado, hemos crecido,
y en adultos fríos nos hemos convertido.
Ya no vemos, ni despiertos ni en nuestros sueños,
los seres en los que creíamos de pequeños.


Y a pesar de todo, cada mañana sin faltar,
las mimosas hadas nos vienen a despertar.
El sueño cansino que alejamos de los ojos
lo guardan ellas en lindos tazones rojos.


Y sin desesperar, se sientan y esperan
a que digamos las palabras que tanto anhelan:
" ¡ Creo en las hadas ! " ¡ Dilo alto y claro !
Vamos, amiga, no tengas reparo.


Cada vez que lo pronuncies conseguirás
que sobreviva una delicada hada más.
Si dices: " ¡ No creo en las hadas ! ", en cambio,
un hada morirá sin poder remediarlo

" ¡ Creo en las hadas ! "

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